Emery apostó, en el estreno de Champions, por un 4-3-3 con Feghouli y Piatti como extremos y acompañantes ofensivos de Soldado. A los dos minutos, un centro del francés se convirtió en la primera ocasión del Valencia, al cabecearlo Rami por encima del larguero de Köteles. Dos minutos después, en una contra bien conducida, Piatti se plantó solo ante el meta rival pero su tiro cruzado, sin ángulo, acabó como un centro-chut que se paseó sin encontrar rematador.
Los belgas, motivados con un estadio abarrotado y ruidoso, presionaban en la frontal de Alves, debutante en partido oficial, y dificultaban la labor de Parejo y Ever por delante de Topal. Frente a un ordenado Genk, el argentino era el principal organizador del juego para un Valencia que mandaba en el dominio del balón y sólo le faltaba algo de chispa para crear peligro.
El objetivo era romper la disciplina del Genk con el 0-1 y para eso el Valencia buscaba velocidad en las triangulaciones entre líneas. Las ocasiones, aunque sin claridad como en el disparo de Soldado desde la frontal a la media hora, iban llegando para los de Emery, que intentaban madurar el partido ante un rival con menor calidad pero correoso.
El dominio era absoluto pero faltaba acierto y precisión en los tres cuartos para encontrar hueco en la tupida defensa de los belgas, que para nada despreciaban el empate a cero...
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