Ayer el equipo de Unai Emery se salvó gracias al apetito voraz de Roberto Soldado, autor de un triplete y que peleó con pundonor cada pelota y se ofreció en infinidad de desmarques. Sólo con el acierto del delantero, ayer capitán, fue posible levantar un esperpéntico 1-3 en la segunda mitad, contra un Racing limitado de antemano, tanto por su potencial como por las múltiples bajas, pero que plantó una extraordinaria batalla y fue en muchas fases superior por la disciplina táctica que le imprimió su técnico, Héctor Cúper.
El técnico argentino, que asombrara hace una década a Europa al llevar al Valencia a dos finales de Liga de Campeones, es capaz como nadie de explotar al máximo los recursos de sus equipos. Si el objetivo de esta temporada es, como repite machaconamente Emery, hacerse fuertes en Mestalla y evitar que se escapen los menos puntos posibles, impera mejorar la contundencia de los mecanismos defensivos. De no hacerlo, los partidos seguirán siendo una ruleta rusa...
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